— ༢ֱ͗⟆⃟⃟Cajón Salazar´s and other´s

La clase de Herbología no es llamativa ese día, Rhys intenta no dormirse en plena mañana mientras observa al alumnado, sus iris posan en su hermana y la nota concentrada como siempre en su mundo. Quizás por eso intenta molestarla pero hay un motivo que la detiene cuando está a punto de lanzarle su tintero vacío.

El llamado por Mcgonagall es claro y Rhys se confunde, mirada que comparte con su melliza mientras ambas comienzan a tomar sus cosas, pero a medida que caminan Rhys tras la túnica de la mujer mayor nota las miradas de los cuadros. Aprieta con fuerza la mano de su hermana, no usa las palabras para oídos ajenos, sino una mirada pero esta solo niega.

Siguen sin entender que pasa hasta que ingresan, sus padres las miran de reojo apenas traspasan la puerta de la oficina, pero un suspiro de alivio sale de ambas. No son tontas, saben la situación y siguen sin entender, aún pero Rhys observa como su madre toma a su hermana como de costumbre. Ella mientras tanto, mira a su padre pero los ojos claros de este parecen idos, no recibe una mirada como de costumbre y la inquieta.

Luego vuelve la mirada a la mujer mayor, pero cuando notan la red de la chimenea sonar, Rhys reconoce al mago Auror y su calma desaparece, escucha a su hermana maldecir pero el ligero peso de incomodidad que se instala en su abdomen le gana. Es una charla sencilla y corta, apenas reconoce palabras como “Lamentamos…”, “Selwyn”, “MACUSA”. Ella no reacciona cuando siente que chasquean al frente de ella, no hasta que nota el patronus llegar, reconoce el Patronus del semi vampiro y huye.

No le importó dejar a su hermana ahí, a sus padres gritarle que vuelva como una orden, incluso creyó que Mcgonagall como siempre con sus pensamientos decía algo, pero no le importó. Rhys corría por todos los pasillos de Hogwarts sin importarle los choques al alumnado, insultos recibe por su imprudencia pero ella no escucha. Pasa al lado de Andrea, de los hermanos Mahler que le gritan, pero sigue corriendo hasta frenar al final de los patios.

No escucha nunca las pisadas llegar del grupo, del intento suave de palabras de Celestine que desconoce cuando cruzó con ella, ella siente la mano de Damián en su hombro pero ese día no es la callada Selwyn, la quita de un manotazo dejando un silencio a todo el grupo que se aleja de ella. Sus manos comienzan a pasarse por su rostro con fuerza, cree que es un sueño por haber comido mucho la noche anterior. Y quizás el leve pensamiento, le asquea pero vuelve a correr, escucha los gritos de sus amigos pero ella los deja atrás y se esconde, no sabe dónde está pero solo hay árboles, dejó que su cuerpo se apoyara en uno. Comienza a sentir el aire dominar, sus pulmones carecían de aire pero las lágrimas fue lo llamativo, Ella había jurado con aquél trío de adultos un cumpleaños, unas vacaciones perfectas, era mentira que algo les pasó.

Rhys se arranca con fuerza el collar de oro que obtuvo de niña de su abuelo, lo tira al suelo y comienza a gritar, ella no quería creer que perdió a la persona que más amaba, a los padrinos que se auto nombraron desde que la conocieron, deja que las lágrimas fluyan mientras se intenta abrazar pero le duele. ¿Cómo debía reaccionar de forma madura cuando perdías a quienes amabas?


Siente unos brazos tomarla y reconoce el aroma de su propia hermana, nerissa, ella sabe que está mal por ver los tonos grises hasta las puntas albinas de sus hebras, pero el dolor se apodera en ese silencio de miradas que se dan, pero por una vez no pudo expresar que sentía. La mano de Nerissa era cálida cuando la sentía sobre sus hebras, y por ese día se dejó calmar.

Solo que los siguiente días, trajeron consecuencias en todo lo que le rodeaba comenzando desde lo más básico, era obligada por su hermana a bañarse y dormir. En las mañanas, Andrea la esperaba siempre para acompañarla a desayunar pero comenzó a hacerse imposible que comiera como antes siendo solo bocados. Parecía como él dijo alguna vez, una muñeca que era movida para hacer alguna acción que fuera útil.

A las tardes, Celestine como Damián la acompañaban a hacer sus tareas, pero se quedaba hasta la hora de la cena viendo la pared, había uno que otro fantasma que la saludaban con ligeros comentarios pues se quedaba viendo las paredes, en los pasillos incluso pero aquello fue el primer problema. No hablaba, había vuelto a negar el uso de voz por completo y apenas se lograba escuchar para las clases. Incluso si alguna vez Nerissa decía que pateaba en la cama cuando compartían, Rhys había dejado de moverse y solo miraba el techo hasta el amanecer.

Cuando no se trataba de aquél dúo, tendía a ir al comedor a “comer”, quizás Bjorn pensaba si motivar a sus picnic de galletas con crema de mantequilla servirían, no por nada eran las favoritas de ella. Pero cada media tarde, a pesar de durar las dos horas de tiempo libre, no comía, no recibía. Incluso si la llevaba paseando, encontrando en el camino con Andrea o Christopher para turnarse, era peor que adiestrar una criatura mágica, pues ella no emitía gusto o disgusto, felicidad o tristeza, era complicado.

Comenzaron entonces los rumores, en los baños se le “escuchaba hablar” pero cuando la veían, ella simplemente estaba sentada en algún banco o espacio que sirviera de silla, su vestimenta era impecable de no ser por Nerissa y Andrea. Sus hebras eran peinadas por Celestine que intentaba hacerla ver bonita, pero Rhys seguía sin pronunciar palabras en esos meses.

Quizás para algunos fue entendible, claro que había perdido a alguien, pero para otros que eran “íntimos” con ella quizás costaba mal. ¿Alguna vez esperaron que Christopher Mahler estuviera con ella? Para todos sí, para ellos siendo los protagonistas, no. El joven Ravenclaw intentaba animarla cada mañana. Se supone que ambos habían pasado juntos aquél verano, donde los besos tímidos de los adolescentes eran obvios, dónde una Rhys feliz había presentado al joven a sus padres, y a su tío, Félix Selwyn.

Se supone que tras varias citas desde mediados del verano del 2001 (sí, por fin habían comenzado un noviazgo tarde), donde incluso Rhys se tomó su tiempo de seguir continuando su práctica de peluches tejidos, se tomó el tiempo de enseñarle a él. Dónde ambos se habían juntado lo suficiente como para crear una química distinta a la de una simple amistad, pero mientras que él se enamoraba como siempre decía, ella apenas lo veía como un posible mejor amigo y “primer amor”. Que pena que aquella mirada de posible “enamorada” que le daba, se había apagado actualmente pues los famosos ojos brillantes de Rhys era la misma mirada apagada, pérdida de su padre, Michael Selwyn. Quién por parte de Alyssa Brown, la madre de las Selwyn, informó que estaba en el mismo estado de Rhys, pero él sí se movía, las misiones que ambos aurores del MACUSA habían tenido que continuar, se había vuelto letales para el hombre que no tenía piedad.

Más a Rhys no le dolía perder solo a su abuelo, nadie entendería que en el fondo ella perdió a su mejor amigo del alma, que perdió a sus “padrinos” que le enseñaron a ser ella misma, que perdió a quién vio su primer palabra escuchar.

Quizás para ella, mientras era llevada de la mano de Nerissa necesitaba repararse, pensaba mientras caminaban como otro día cualquiera al comedor, donde notó las miradas de sus amigos y sin querer compara con el trío de ancianos. Las lágrimas ruedan de sus ojos y pese a escuchar las voces preocupadas, Rhys solo abraza a Andrea de golpe mientras que cada uno intenta estar con ella, en el fondo espera que sus “abuelitos” se enteren que por fin tenía amigos, que si la veían desde arriba vieran que no estaba sola.

Más las cosas no frenaban, no cuando al verlos a todos le cuesta por alguna razón hablar, siente que cada uno le mira aquella tarde de forma confusa ya que estaban reunidos en un picnic donde como siempre intentan que siga bien,pero sus manos viajan a su cuello e intenta hablar, los ojos preocupados de su hermana como pareja delatan la gravedad de la situación, quizás a veces algo más estaba, existía y con ello, quizás la última vez que ella habló fue cuando murieron las personas que amó, su voz se había ¿ido o no…?

Iris achocolatados se mezclan con violetas, la combinación de colores extravagantes en una competencia de miradas se establece al inicio de esa partida de ajedrez. Una mueca de burla se muestra en un rostro, pero a la vez una mueca de consternación igual, abuelo y nieta están en otro día de juego de ajedrez.

A.C Selwyn siempre tenía varios dotes que hacer, varias actividades que hacer sin aburrirse, quizás por eso jugar con Rhys nunca le costó pese a que la niña no hablaba aún, pero él amaba los iris de su nieta, silenciosamente tenía la misma mirada de su difunta madre pero era un tema que ningún Selwyn sabía realmente. Él amaba con todo lo que podía a la niña pese a que desde pequeña no mostraba interés, desconoce junto con su hijo y nuera la situación.

Le costó poder criar a Rhys pese a que tenía más nietos, hijos y trabajo que hacer, quizás por eso cuando la niña lo esperaba lista con su traje de princesa junto a su pequeño bolso de Kneazle de peluche, sabía que sería un buen día. Más si pertenecía a un pelotón de agentes especiales del Macusa, él sabía que sus compañeros desde hace veinte años eran una familia y por eso, no le importaba llevar a Rhys con él.

Nunca le importó dejar a la pequeña niña ante esos hombres de apariencias especiales, apariencias que la comunidad mágica por desgracia era algo conservadora y criticaba, pero Rhys siempre iba de la mano de sus compañeros, entre ellos Caleb Montague, un mago mestizo licántropo y Easton Jordan, un mago semi vampiro querido en la comunidad. El par de magos, habían congeniado con una pequeña Rhys silenciosa, quizás podrían culpar a Easton de que usará tantas joyas, o de que Caleb se sentará con ella horas intentando tejer peluches.

Debido a la confidencialidad de sus nombres, también dependía de que supiera que eran, quizás Rhys nunca tuvo miedo de los colmillos del semi vampiro, quizás no se sentía rara al ver el ámbar del licántropo. Por eso, Selwyn confiaba en que su nieta hablará y fue así, a mediados de un verano, los cuatro estaban por las calles de New York de visita, la niña iba en los hombros de Caleb riendo. Pero cuando la pequeña voz sonó, los tres adultos miraron asombrados a la niña.

— ¿Abuelitos, nunca me van a dejar, verdad? — Un tono de voz llamativo, cansado pero que salía finalmente fue la primer oración de Rhys —

Quizás eso fue el inicio de una amistad, quizás los dos magos pertenecientes a la familia visitaban seguido a los Selwyn y eran los padrinos no oficiales de la niña. Quizás Rhys prefería estar con personas que elegía de forma especial, eso explicaría por qué lloró la noche que iba a comenzar su primer año en Ilvermorny. A.C supo que iba a ser complicado, la niña desde que dijo sus palabras, mostraba señales raras que no reveló nunca a sus padres, en palabras de Easton, confesó que la niña daba signos de un aparente dolor pero a ojos de ellos tres, ella tristemente lo ocultaba, quizás por eso no hablaba ni con su melliza.

Aún así, pese a cada suceso los tres vejestorios siempre mandaban pequeñas cartas a la niña, pero sospechaban de algo, Rhys nunca hablaba de “amigos” en su primer año escolar mágico. Quizás por eso fueron de “misión”, chismosos dignamente a ver cómo estaba su protegida consentida y a su hermana mayor un día, saludaron a Nerissa que frecuentaban levemente, pero notaron que ella no se percató del cambio de Rhys. A.C confiaba en su nieta mayor, quizás por eso él dejó que Nerissa supiera cosas que no debía sobre el silencio de su hermana, quizás era un secreto de abuelo a nieta mayor pero por algo de importancia.

A veces Easton se regañaba como auror, ser algo curioso y buscar ese día a Rhys, él debería haber ido directo a la biblioteca, un lugar que conocía a la perfección debido a que se crío ahí desde sus once años, pero sus instintos buscaron a su “ahijada”. A.C y Caleb no demoraron en llegar, el trío de mejores amigos veían a la niña sola en una esquina de la biblioteca, sus habilidades le permitieron ocultarse de la escena y se culparon.

Rhys tendía a llorar escondida siempre, pues en su curso existía una burla leve sobre su forma de ser, debido a su segunda lengua y que tendía a dar murmullos, los niños con su imaginación podían dar miedo y decían que estaba loca. Otros aprovechaban que sus hermanos hacían otras cosas, para empujarla o llamarla “Rara antisocial”, quizás por eso los tres adultos no lo pensaron cuando vieron en vivo una de esas escenas, ellos sabían que no debían.

No demoró segundos para cuando salieron, el drama de ese casi fin de año fue claro, A.C Selwyn podía ser uno de los hombres más pacíficos a ser sobreprotector, aún dicen que hasta los cuadros de la oficina del colegio recuerdan las frías palabras del hombre.El cómo evitó que incluso alguna burla cayera a Nerissa pese a no estar conectada, el como fue con su hijo para pedir un cambio.

Él no demoró años para verla sonreír, para que unos simples niños con “bromas” de niños la rompieran, quizás por eso le dolió cuando supo que se fueron a Londres, tristemente su misión con el MACUSA no permitía que se pudiera ir con ellos. Pero él prometió ir a ver a Rhys, prometió llevarle a Nerissa en secreto libros de defensa y lectura, a veces le costaba ver que su nieta mayor por culpa de las cosas se volviera igual a él con Rhys.

Solo….. Que él hubiera deseado no haber ido aquél 11 de septiembre del 2001 a la oficina, no debió haber insistido a Easton y a Caleb de desayunar como hacian siempre en los bancos del último piso, pues pronto vendría la famosa jubilación.

Quizás ellos tres no esperaron el estruendo, el humo llegar en segundos y verse los tres separados, A.C no pensó en ver a Easton sin una pierna sobre uno de los muros que colapsaba, no cuando ¿Caleb estaba acostado? Su edad podría ser larga pero su mente no, intentó ir a ayudarlos, pero él no lo notó. No notó que sus amigos gritaban mientras lo llamaban, él no entendía entonces cuando vio la caja rosada en sus “pies”, el regalo de las hermanas Selwyn por sus quince años que vendría pronto, dos collares de oro blanco con distintos dijes entre rojo y rosado.

Quizás por eso entendió cuando no pudo agarrar la caja, levantó la mirada cuando observó el caos caer con él, con sus amigos y finalmente ver humo, pero antes de la gran caída, se giró a observar su cuerpo, A.C Selwyn había empujado a sus amigos antes de caer la columna tras de él, tras de ellos y su mesa de desayuno.

El ruido de la interferencia la escuchaba de forma fastidiosa, intentó ayudar pero traspasaba y finalmente cuando ve únicamente a sus amigos, nota sus patronus con sus últimos alientos, ambos compartían el patronus de una pareja de serpientes. Él supo a quién iba, solo Rhys como Nerissa habían visto sus patronus debido desde el accidente de primer año escolar y dolió, dolió aún muerto que no pudo llegar a ver sus nietas, de saber si Nerissa finalmente se permitió querer pese a esa dura y grande puerta de metal que tenía ante todos, de saber si Rhys finalmente permitió socializar y tener amigos reales. Lo último que vio en aquél plano era a sus amigos morir y él yéndose.

Pensó si en ese momento se iba a reunir con su madre, entonces mientras comenzaba a descender hacia la luz, una que no espero ver nunca miró atrás unos momentos, él confiaba en que sus nietas estarían bien, en que sus hijos le perdonarán por priorizar su empleo para dar algo que comer desde que nacieron. Y cuando iba a seguir, sus ojos vieron a su difunta esposa acompañarlo, aquél día moría otro Selwyn, otro ciclo cerraba.

Quizás a veces hay que agradecer cuando compartes momentos con esas personas, quizás es bueno aprovechar un día sin saber que será él último en ver a alguien que quieres. Aquél día, Más una persona perdió un padre, una madre, un hermano, una hermana, un hijo y una hija, algunos perdieron al amor de su vida, otros se fueron solos sin saber si alguien los quería. Aquél once de septiembre del 2001, es un día conmemorativo para millones de personas en Estados Unidos, es un recordatorio de cómo la vida se puede ir en segundos.